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CARTAS DE VENTURA A LUCIA

Guanajay, septiembre 18 de 1959

 

Srta. Lucía González

Guantánamo

 

Lucía:

Recibe mi saludo en el nombre del Señor, a quien ruego por ti, pues tu bienestar es mi deseo y creo que por sobre todo Él es quien te lo puede conceder.

Mi amada, ahora en la ausencia, después de haber pasado varios días juntos, es cuando creo que te quiero más, pues estando cerca de ti mi amor iba creciendo y ahora lejos de ti es que me doy cuenta de ello.

Quiera Dios que a ti te esté pasando igual, aunque en este caso creo que tendrás que hacer un nuevo depósito para el amor, porque si ya lo tenías lleno, y ahora sigue creciendo, el cariño se va a derramar, a menos que el depósito sea de elástico.

Bueno Lucía, te diré que estoy pasando unos días muy agradables aquí en Guanajay. María tu hermana me hace recordar de ti muy a menudo. Ella me lavó la ropa y me plancho un pantalón y una camisa; tengo entendido que tú le hiciste esa petición, pero aparte de ello, ella lo hizo con mucha voluntad.

Aquí estamos celebrando una buena campaña, y eso que todavía no tenemos el amplificador, pues hoy fue Pepe a buscarlo.

Del nuevo director te diré que es lo mejor que podemos tener. Ora por nosotros para que Dios nos use con poder para convertir almas y sanar enfermos.

En esta provincia no se distribuye tanta cantidad de El Mensajero como en ésa, pero Dios nos suplirá por otra parte seguramente.

Oye, Lucía, te dije el otro día que si me lo permitían iría a los permisos a conocer a tu familia, pero resulta que los demás obreros de la campaña no piensan tomar los permisos en esta ocasión, y en ese caso yo tampoco los tomaré, ni para ir a mi casa, pues de todos modos veré a mi familia cuando pasemos la semana en Viñales. En ese caso no visitaré a mis futuros suegros hasta que la campaña llegue a Charco Largo dentro de algún tiempo.

Mándame a decir se has llorado de nuevo por la ausencia. Yo, aunque no lloro con tanta facilidad como tú, también pasé unos momentos de melancolía, no tanto ahora como cuando nos despedidos en la Lisa.

Quisiera saber si todavía asoman a tu  mente las dudas, que según me confesaste, te asaltaron en la Lisa. Yo no quiero jurarte que te amo, ni quiero repetírtelo muchas veces para que me creas; lo que quiero es demostrártelo con hechos cuando llegue el momento indicado en que nos hemos de unir en el Señor.

Ora por mi crecimiento espiritual, pues quiero estar bien consagrado para cuando dé el voto de predicador, y seguir viviendo en entera consagración para cuando venga Cristo.

Óyeme, Lucía, quiero darte una experiencia que he tenido que tal vez a ti que ayude también. Hay un pensamiento que dice: “Si no te toca lo que te gusta, aprende a que te guste lo que te toca”, y he comprendido que es verdad que esto trae bendición. Cuando te ordenen algo que no te parezca bien, acéptalo con humildad, calla y ora, que después verás que ha resultado mejor que la forma que tú querías. Dispénsame que use esta carta para dar sermones, pero es algo que por mí he visto y quiero que te beneficie a ti también.

Dale recuerdos a todos mis hermanos que te acompañan, así como a los que visites. Dale recuerdos míos a María Guilarte, en Santiago de Cuba.

Sin más ahora, recibe el testimonio de mi amor sincero. Tu novio,

Ventura.

 

P.D. Escríbeme rápido a Artemisa. Esta carta está hecha desde el viernes, pero tuve que esperar a hoy domingo para echarla, porque María no ha terminado la suya.